àngel rodríguez Vilagran
periodista. Girona
LA ESTAFA NIGERIANA
Jugar con las buenas intenciones de las personas, de su ingenuidad y a veces de su poca cultura, son objetivos que muchos internautas se proponen en la red. ¿Realmente hay gente capaz de creer que nos van a regalar dinero? Pues sí. Esta estafa se propaga desde hace años en la red y aún hoy hay gente que pica. Yo mismo seguí hasta el último momento la estafa hasta el final a ver cómo se desarrollaba.
Uno recibe una carta de una tal Elena James nacida en Kuwait. Explica que se casó con un gran millonario llamado Patrick James que trabajó en la embajada de Kuwait en Costa de Marfil durante nueve años. Su esposo falleció sin tener descendencia y ahora, a ella le han detectado un cáncer. Por lo tanto, necesita regalar su fortuna para repartirla entre los más necesitados. Y aquí entremos nosotros, que somos “muy cristianos”, para hacer de enlace. Toda la carta va adornada de frases y citas cristiano-bíblicas. Nos apunta que no necesita ninguna comunicación por teléfono, que ya tiene la familia de su esposo cerca que la ayudaran durante la enfermedad (no le da la fortuna a ellos porque no son cristianos) y que desea que todo sea muy discreto.
La fortuna asciende a 2.500.000 dólares que están depositados en una caja de una agencia de seguridad llamada Africa Security Consulting Company. Te invitan a escribirles un correo electrónico para confirmar la operación. Al cabo de pocas horas recibes un correo del director de operaciones de la agencia que te informa que está al corriente del “asunto” y que te enviaran el paquete que hay en la agencia. Eso sí, antes es necesario pagar 1.350 dólares para gastos de tramitaciones. Muy amablemente te dan el código del banco para ingresar el dinero.
La estafa nigeriana tiene diferentes variantes (personajes, países) pero el objetivo es el mismo: obtener dinero de la víctima para pagar los gastos de tramitación de una suculenta cantidad de dinero. Tenéis más datos en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Estafa_nigeriana
Ángel Rodríguez Vilagran
(Artículo publicado en El Mensajero de San Antonio, diciembre de 2008)
Se permite su reproducción citando su procedencia.